domingo, 4 de enero de 2015

POESÍA DE JORGE AGUILAR

 




Prólogo:
"Hay que entrar desnudos a estos poemas y dejar que se encienda, lentamente, el animal de la noche, noche que anuncia el frío y el vértigo de quien canta entre sus propias sombras, recorre una ciudad que es también verso y galopa sobre los salvajes cuerpos perdidos en la memoria..." (Más)










De la Ciudad de las visiones






Dicen que los tambores anuncian la lluvia

¿Cuántos escudos y armas se moldearon
/con nuestra piel?
Carlos Luis Ortiz

Si esta noche no me dejan escribir los demonios azules
que corren por la calle como caballos de lava,
me saco la lengua y se la doy al primer transeúnte
que  atreva a desnudarse y colgar su piel
sobre el asombro de invisibles testigos.

Tenderé su piel en esta noche
lisa y oscura para el pecado.
Perfecta para que se maten a mordiscos
los amantes.

Mas no llegan los amantes
y la piel que se preparó para el rito
parece la de un antiguo tambor.
Las pieles, los amantes, los gritos en la madrugada
no se contentan con un leve golpeteo.

Diablos azules
van dejando gotear
el semen
gestado durante la risa
y el llanto.

Si esos azulados demonios
no me sueltan las riendas
los he de empalar con versos
de cal y pólvora.
Mientras tanto
claveteo una piel recién cortada
sobre la mesa donde mis antepasados
comieron y se violaron.
Dejo que la sal caiga
somnolienta
sobre ese mapa de estrías
y continentes salvajes.

El sol se dejará acuchillar sobre esa piel
y le dará la textura adecuada
para que anuncie
                   O
               despida
                   O
               salude
al próximo muerto en la memoria
y la zanja más próxima.

Con la piel de los Amantes Eternos
se logrará predecir los diluvios
que nos atormentan en las pesadillas.

El ojo de un dios agónico
vigila a los demonios en su azul
lluvioso regocijo.



Doce

Poetas de la fanfarria y el desorden perpetuos.
Dignos representantes del desarreglo de los sentidos.
Perfectos hijos de la palabra molecular,
dulces harapos de poesía extraviada.
Aléjense del abismo y de las bocas que cantan
los nombres olvidados.
Dejen de ver fantasmas, allí donde solo habita lo fácil y superfluo.
Y arremetan contra la carne y la ciudad, contra lo perversamente bello.
Es lo que nos queda, después de tanta palabra.
Es lo que nos merecemos, después de tanta podredumbre.
Poetas de la fanfarria y el desorden perpetuos.





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Huellas

en la sangre






Uno

Deja que el animal llore,
que olfatee la agonía de su madriguera.
Esa llama que vislumbra
vestida de niebla,
la hoguera en donde yacen
sus visiones y su destino.
Deja que el animal se agazape
en las costillas de algún bosque.
Y que encuentre, silenciosa,
la forma de olvidar su condena.
O la forma de llegar a ella.
Permite al animal invisible
hacer una última mueca,
esa que ha de llamar a sus captores,
esa mueca que lo ha de redimir
por fin, de la persecución
del frío y de sus tenazas.







Tres

Necesito caminar
sobre lenguas de mercurio,
sobre la pupila de mi madre
y hacerle entender
que he de perderme
tranquilo, en el lomo
de alguna ciudad en llamas.



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 ZigZag.
Encendido
animal de la noche







Uno

Muerde con sabiduría la canción exacta de mi ejecución.
Arriba, las aves se desprenden las alas
para caer en picada sobre nuestras agónicas
sonrisas.
Y ya masticada la melodía
purificada la encía con sangre y notas oscuras
prende fuego a todo aquel que se jacte de cantar
en cavernas y tugurios
las canciones de goliardos violados
con la sangre de Lucifer.
Muerde con atención mi acorde disonante
y susurra en mi muerte
el nombre de los dioses que te ignoraron
de los dioses que inventaste.








Tres

Baila con el silbido de los tambores
hasta que nuevamente
tengas que vestirte con el rocío
de un día en llamas.







Los Frutos del Exterminio

Recuerdo cuando juntos
devorábamos la ciudad.
Aquella ciudad de sonidos
que se agazapaban
 en umbrales húmedos
y ventanales de domingo angustiado.
Yo llevaba la rabia de mil años
carcomiéndome la mandíbula.
Vos, preñada de presagios
y con la mirada lista
para las alucinaciones.

Nuestras miradas respondían
al canto de tormentas iridiscentes,
            cuerpos con el pelaje
            de la luna
            alborotando a las luciérnagas.

Vos ibas desgranando la dentadura
de un pequeño ser encontrado en tus muslos.
Queríamos recobrar
el olor de los días
de la sangre y la carroña.
Clamábamos al horizonte
por la sinfonía perdida
de gemidos.
                                             El apareamiento,
                                             el hambre que picaba la memoria.

Nuestro ritual consistía en devorarnos
hasta muerto el día
para de noche recoger uno a uno
los frutos del exterminio.
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Jorge Aguilar

Tiene estudios de Lengua, Literatura y Lenguajes Audiovisuales en la Universidad de Cuenca.
Primer Lugar en el Concurso de Poesía y Cuento Corto Policíaco organizado por Diario Correo de Machala (2004).
Premio Único de Poesía de la Casa de la Cultura, Núcleo de El Oro (2005). 
Ha participado en recitales y propuestas que fusionan el rock y la poesía. Sus textos han sido publicados en varias revistas de creación literaria a nivel nacional como Arma Blanca de la Universidad de Cuenca, La esquina y la Orilla de la Casa de la Cultura Núcleo de El Oro, entre otras y aparecen en diferentes blogs  dentro y fuera del país.

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Título: Encendido Animal de la Noche
Autor: Jorge Aguilar
Portada: Sin nombre. Autor: Fernando Valdiviezo
Prólogo: Lucía Moscoso.
Ilustraciones: Paola Montalván.
Primera Edición: Agosto de 2014.
Imprenta Universitaria.
1000 ejemplares.

Los derechos son propiedad de los autores.
UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MACHALA
Departamento de Cultura y Arte
Taller de Literatura
Diseño y responsable Editorial: Jotaprócel
COLECCIÓN: http://www.tallerdeliteraturautmach.blogspot.com/2014/12/v-behaviorurldefaultvmlo.html


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