Prólogo:
"Hay que entrar desnudos
a estos poemas y dejar que se encienda, lentamente, el animal de la noche,
noche que anuncia el frío y el vértigo de quien canta entre sus propias
sombras, recorre una ciudad que es también verso y galopa sobre los salvajes
cuerpos perdidos en la memoria..." (Más)
De la Ciudad de las visiones
Dicen que los tambores
anuncian la lluvia
¿Cuántos escudos y armas
se moldearon
/con nuestra piel?
Carlos Luis Ortiz
Si esta noche no me
dejan escribir los demonios azules
que corren por la calle
como caballos de lava,
me saco la lengua y se
la doy al primer transeúnte
que atreva a desnudarse y colgar su piel
sobre el asombro de
invisibles testigos.
Tenderé su piel en esta
noche
lisa y oscura para el
pecado.
Perfecta para que se
maten a mordiscos
los amantes.
Mas no llegan los
amantes
y la piel que se preparó
para el rito
parece la de un antiguo
tambor.
Las pieles, los amantes,
los gritos en la madrugada
no se contentan con un
leve golpeteo.
Diablos azules
van dejando gotear
el semen
gestado durante la risa
y el llanto.
Si esos azulados
demonios
no me sueltan las
riendas
los he de empalar con
versos
de cal y pólvora.
Mientras tanto
claveteo una piel recién
cortada
sobre la mesa donde mis
antepasados
comieron y se violaron.
Dejo que la sal caiga
somnolienta
sobre ese mapa de
estrías
y continentes salvajes.
El sol se dejará
acuchillar sobre esa piel
y le dará la textura
adecuada
para que anuncie
O
despida
O
salude
al próximo muerto en la
memoria
y la zanja más próxima.
Con la piel de los
Amantes Eternos
se logrará predecir los
diluvios
que nos atormentan en
las pesadillas.
El ojo de un dios
agónico
vigila a los demonios en
su azul
lluvioso regocijo.
Doce
Poetas de la fanfarria y
el desorden perpetuos.
Dignos representantes
del desarreglo de los sentidos.
Perfectos hijos de la
palabra molecular,
dulces harapos de poesía
extraviada.
Aléjense del abismo y de
las bocas que cantan
los nombres olvidados.
Dejen de ver fantasmas,
allí donde solo habita lo fácil y superfluo.
Y arremetan contra la
carne y la ciudad, contra lo perversamente bello.
Es lo que nos queda,
después de tanta palabra.
Es lo que nos merecemos,
después de tanta podredumbre.
Poetas de la fanfarria y
el desorden perpetuos.
....................................
Huellas
en la sangre
Uno
Deja que el animal
llore,
que olfatee la agonía de
su madriguera.
Esa llama que vislumbra
vestida de niebla,
la hoguera en donde
yacen
sus visiones y su
destino.
Deja que el animal se
agazape
en las costillas de
algún bosque.
Y que encuentre,
silenciosa,
la forma de olvidar su
condena.
O la forma de llegar a
ella.
Permite al animal
invisible
hacer una última mueca,
esa que ha de llamar a
sus captores,
esa mueca que lo ha de
redimir
por fin, de la
persecución
del frío y de sus
tenazas.
Tres
Necesito caminar
sobre lenguas de
mercurio,
sobre la pupila de mi
madre
y hacerle entender
que he de perderme
tranquilo, en el lomo
de alguna ciudad en
llamas.
....................................
ZigZag.
Encendido
animal de la noche
Uno
Muerde con sabiduría la
canción exacta de mi ejecución.
Arriba, las aves se
desprenden las alas
para caer en picada
sobre nuestras agónicas
sonrisas.
Y ya masticada la
melodía
purificada la encía con
sangre y notas oscuras
prende fuego a todo
aquel que se jacte de cantar
en cavernas y tugurios
las canciones de
goliardos violados
con la sangre de
Lucifer.
Muerde con atención mi
acorde disonante
y susurra en mi muerte
el nombre de los dioses
que te ignoraron
de los dioses que
inventaste.
Tres
Baila con el silbido de
los tambores
hasta que nuevamente
tengas que vestirte con
el rocío
de un día en llamas.
Los Frutos del
Exterminio
Recuerdo cuando juntos
devorábamos la ciudad.
Aquella ciudad de
sonidos
que se agazapaban
en umbrales húmedos
y ventanales de domingo
angustiado.
Yo llevaba la rabia de
mil años
carcomiéndome la
mandíbula.
Vos, preñada de
presagios
y con la mirada lista
para las alucinaciones.
Nuestras miradas
respondían
al canto de tormentas
iridiscentes,
cuerpos con el pelaje
de la luna
alborotando a las luciérnagas.
Vos ibas desgranando la
dentadura
de un pequeño ser
encontrado en tus muslos.
Queríamos recobrar
el olor de los días
de la sangre y la
carroña.
Clamábamos al horizonte
por la sinfonía perdida
de gemidos.
El
apareamiento,
el hambre
que picaba la memoria.
Nuestro ritual consistía
en devorarnos
hasta muerto el día
para de noche recoger
uno a uno
los frutos del exterminio.
___________________________________________________
Tiene estudios de Lengua, Literatura y Lenguajes Audiovisuales en la Universidad de Cuenca.
Primer Lugar en el Concurso de Poesía y Cuento Corto Policíaco organizado por Diario Correo de Machala (2004).
Premio Único de Poesía de la Casa de la Cultura, Núcleo de El Oro (2005).
Ha participado en recitales y propuestas que fusionan el rock y la poesía. Sus textos han sido publicados en varias revistas de creación literaria a nivel nacional como Arma Blanca de la Universidad de Cuenca, La esquina y la Orilla de la Casa de la Cultura Núcleo de El Oro, entre otras y aparecen en diferentes blogs dentro y fuera del país.
___________________________________________________
Título:
Encendido Animal de la Noche
Autor:
Jorge Aguilar
Portada:
Sin nombre. Autor: Fernando Valdiviezo
Prólogo:
Lucía Moscoso.
Ilustraciones:
Paola Montalván.
Primera
Edición: Agosto de 2014.
Imprenta
Universitaria.
1000
ejemplares.
Los
derechos son propiedad de los autores.
UNIVERSIDAD
TÉCNICA DE MACHALA
Departamento
de Cultura y Arte
Taller de
Literatura
Diseño y responsable Editorial: JotaprócelCOLECCIÓN: http://www.tallerdeliteraturautmach.blogspot.com/2014/12/v-behaviorurldefaultvmlo.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario